La Muerte.
¿Qué es la muerte? Es aquello que nos encontramos cada día de nuestra vida desde que empezamos a vivir. La vemos en el rostro de las personas que queremos, en la cara de las personas que nos encontramos, en los enfermos que acuden a los hospitales y dicen que tienen tanto dolor que están “que se mueren” …y sobre todo la vemos cuando cada día por la mañana nos levantamos y nos miramos al espejo…. La muerte nace con nosotros. Y sin embargo evitamos su mirada.
¿Y si dejamos de ver a la muerte con miedo, con preocupación, con angustia? ¿Y si la consideramos nuestra gran maestra de la vida?
Muchas veces me he preguntado qué sentido tenía la muerte en los niños, las personas jóvenes, en los países en los que apenas se puede sobrevivir… y mi respuesta es esta, sin vida no hay muerte y no se puede aprender a vivir. A veces la muerte es lo más misericordioso que nos puede pasar. Pero porque estamos vivos. Hemos recibido ese gran regalo que es la vida y por lo tanto y aunque no lo sepamos, estamos preparados para morir desde el momento en que nacemos.
Y aquí quiero referirme a la doctora Kübler-Ross gran maestra y aprendiz de la muerte que dedicó la mayor parte de su vida a acompañar a los enfermos en ese tránsito. La historia de la doctora es muy curiosa, pero nada ocurre por azar. Cuando era muy joven visitó campos de concentración en Polonia y observó que en todos los barracones, incluso en los de los más pequeños había dibujadas mariposas… La mariposa es el símbolo universal de la renovación y las personas no percibían la muerte como un final sino como un tránsito.
La muerte nos asusta, no nos queremos morir porque el ser humano como decía Freud no se concibe como no existente. Desde este punto de vista la muerte debería ser vista como un final y no como el gran principio. Pero no es así.
No nos queremos morir, siempre pensamos que tenemos cuentas pendientes, un futuro por delante, tantas cosas qué hacer… Pero el tiempo no perdona, lo que no hagamos hoy quizás no tengamos la oportunidad de volver a hacerlo. Lo peor de la muerte es la vida. Por eso los niños la aceptan mejor que los ancianos, porque para ellos vivir es una auténtica sorpresa. De ahí sus risas, su capacidad de superación, su enorme y maravillosa vitalidad. Son grandes maestros de vida y grandes maestros de muerte…. ¿Qué ocurre entonces cuando vamos creciendo y vamos empezando a morir? Que sentimos que tenemos cuentas pendientes, que quizá no hayamos hecho lo que debíamos, que creemos que esa u otra persona depende de nosotros… Lo peor es el sentimiento de incompletitud, que no nos hemos realizado del todo y la culpabilidad aparece como un castigo.
Los ancianos, los moribundos son los grandes maestros de la vida, porque nos enseñan cómo hay que vivir. Antiguamente se les reconocía y se les respetaba. Hoy en día no soportamos la decadencia del cuerpo físico. Nos asusta la vejez, nos asusta la muerte y todo lo que conlleva…y tratamos de huir de ella cuando todavía estamos vivos.
Hay que ayudar a las personas a morir en paz. Y ese es vuestro trabajo. Coger una mano, preguntar con cariño qué tal te encuentras, dar esperanza de que la muerte no existe. Desde la física cuántica la conciencia nunca desaparece. Y aquí hablo no solo desde la humanidad sino desde la ciencia. Todos vamos a morir pero eso no significa que vayamos a dejar de existir.
El ser humano se encuentra de pronto ante esa dimensión trascendente a la que no se quiere enfrentar. Llenamos nuestra vida de cosas, de personas que nos necesitan, de trabajo, de agobios y obligaciones… tratando de llenar un vacío que todos tenemos. Y es absurdo. De generación en generación transmitimos rituales, formas de enfrentarla, pero cuando nos encuentra, nos encuentra con nuestra humanidad desnuda. Somos lo que hemos sido, vivido, amado, conocido…
Seguramente cuando os llega un enfermo que se va a morir al hospital se pueden producir varias reacciones… Y voy a ser muy cruda en este sentido:
- La de no pasa nada, estaba ya en las últimas… le damos su medicación y me lavo las manos
- La de negación. Seguro que le podemos salvar la vida.
- Y la de… esa persona podría ser yo o cualquiera de mis seres queridos. Voy a tratarlo con la dignidad que se merece.
Porque el principio universal de la ética es que reconozcamos nuestra propia humanidad en el otro. Como decía Kant “trata a la humanidad tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro como un fin, y nunca como un medio” Y esa es la clave.
Y los enfermos, los moribundos, los que se encuentran en cuidados paliativos son grandes maestros de vida porque nadie que haya mirado a la muerte de frente se queda indiferente. Entonces la muerte no te duele, la recibes como la vieja amiga que te ha acompañado durante toda tu vida.
Dijo el Papa Francisco que las enfermeras sois ángeles de Dios porque tenéis la posibilidad de acompañar al enfermo, de aprender de su experiencia vital, de minimizar su sentimiento de culpa que es lo que más duele. Podéis apretar una mano, dar un abrazo, perder tiempo y a la vez ganarlo en cada uno de los enfermos. Uno se muere porque se puede morir de pena.
De pena también se muere. Prefiero el dolor a la nada. Pasa en los adolescentes que son grandes maestros de vida, pasa en los niños, pasa en los adultos. Por favor no me ignores… soy un ser vivo, soy como tu y atiéndeme aunque me odies….
Es muy duro esto, que haya gente que hasta se suicide por no sentirse querida y que su única forma de llamar la atención sea morir… es muy duro
Yo no estoy aquí para deciros lo que habéis de hacer o dejar de hacer. Decía Aristóteles que la prudencia es la capacidad de aplicar normas universales a casos particulares. Y por eso la muerte es un acontecimiento personal, pero es como si cogieras un tren y esperaras un abrazo en la estación… Coger el tren lo cogemos todos y solos, pero el abrazo de despedida y el no te preocupes, yo voy a estar a tu lado, solo depende de nosotros.
El psicoterapeuta Claude Steiner, desarrolló una teoría llamada “la economía de las caricias” donde pone de manifiesto los efectos que produce en el ser humano crecer, desarrollarse y vivir dependiendo de la abundancia o escasez de caricias. Ya no depende solo del trabajo, el nivel socioeconómico, las creencias, la cultura o la religión. Todos necesitamos miradas, gestos, palabras, sonrisas porque las emociones conforman nuestra vida. Como decía Ortega y Gasset somos lo que hemos sido, amado, sentido, vivido, las personas que hemos conocido y las vivencias que hemos tenido. Tal vez la sensación de vivir en un vacío emocional sea más insoportable que el dolor. Como decía William Faulkner, entre el dolor y la nada prefiero el dolor. También decía Nietzsche que hasta la palabra más hiriente y el insulto más feroz son más educados que el silencio….
A veces las personas morimos de vacío… Me gustaría recordar en esta ponencia unos versos del gran maestro del amor y de la muerte. D. Francisco de Quevedo y Villegas:
Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra
Que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria en donde ardía;
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa;
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Médulas que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejarán, no su cuidado;
Serán cenizas mas tendrán sentido.
Polvo serán mas polvo enamorado….
Muchas veces pensamos que la muerte es algo que nos llega y sin embargo la muerte no precisa llegar hasta nosotros. Nace de dentro. Vida y muerte se copertenecen en una unidad radical porque empezar a vivir es empezar a morir. La muerte nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Para morirse el único requisito es estar vivos.
Hay una expresión latina que lo explica con absoluta claridad: omnia vulnerant, póstuma necat. Todas hieren pero la última mata…son la horas. El ser humano se caracteriza por su temporalidad. No tenemos todo el tiempo del mundo sino el tiempo de nuestra vida. Los límites de nuestra vida son el nacimiento y la muerte, pero así como el nacimiento no nos amenaza la muerte puede ser vivida con miedo, con esperanza o con angustia. Pero es ella la que revela todo el valor de nuestra existencia porque solo tiene sentido aquello que tiene límites .Lo mismo que sin la oscuridad no seríamos conscientes de la luz o sin los malos momentos no apreciaríamos los buenos. Como decía Agustín de Hipona el mal es solo la ausencia de bien y la muerte no es más que la ausencia de vida biológica….pero no me he ido tan solo estoy en la habitación de al lado….
Como decía Platón filosofar es aprender a morir. Si la muerte es lo que nos espera ¿Qué sentido tiene la vida? Quizás como decía Albert Camus en un posible mundo sin sentido la verdadera rebeldía consista en darle sentido a aquello que no lo tiene.
Todos los seres vivos perecen pero el ser humano es el único que muere. Porque morir no es solo un hecho puntual en nuestra existencia es también la conciencia de la propia muerte la que anticipa nuestra angustia y sin embargo es lo más natural del mundo.
En el mundo occidental procuramos no pensar en ella. Hemos inventado miles de fórmulas para alejarla. Desde la medicina y los avances tecnológicos hemos intentado evitar su presencia en nuestras vidas. En los países menos desarrollados la muerte sin embargo es un hecho cotidiano, se convive con ella, se asume su presencia. Cualquier madre del tercer mundo sabe que de sus hijos probablemente sobrevivirán pocos…. Y qué decir de los países en guerra, de los emigrantes, de tantos miles de personas que vienen a países desarrollados tratando de huír de esa eterna compañera que los amenaza. Pero para ellos la muerte es algo cotidiano, conviven con ella. No es que no sufran por los seres queridos que mueren, es simplemente algo que tienen asumido. Y nosotros no. Antiguamente en los pueblos se amortajaba a los muertos, se estaba con ellos hasta el momento de ser enterrados, se les respetaba… Como decía Federico García Lorca
“Compadre quiero morir
Decentemente en mi cama
De acero si puede ser
Con las sábanas de Holanda….
¿No ves la herida que llevo desde el cuello a la garganta?”
Hoy en día a los muertos, a nuestros muertos se les lleva a un tanatorio, se les viste, se les arregla como si estuvieran vivos, y se va pasando fríamente ante su cara… Que la del muerto está muerto pero…evitamos su mirada. Si la muerte es lo que nos espera a todos que sea con dignidad.
Si la filosofía queda del todo inaugurada por Platón, habrá que tener muy presente que el tema central de una de sus principales obras, Fedón, es precisamente la muerte. La muerte en general, contada a través de la muerte particular de Sócrates, donde el final de la vida se presenta incluso como una ganancia. De ahí que uno de los lemas más célebres del pensamiento antiguo, atribuido a Platón, sea que la filosofía consiste en aprender a morir. Así fue transmitido de Grecia a Roma, al afirmar Cicerón en sus Disputaciones tusculanas que toda vida filosófica es un commentatio mortis, es decir, una reflexión sobre la muerte. En este sentido, aprender a morir no es sino aprender a vivir, a vivir bien, incluso sabiendo que la vida es limitada y finita. La afirmación de la muerte, de forma paradójica, se transforma al mismo tiempo en la afirmación de la existencia.
La muerte tiene múltiples perspectivas.
-Como acontecimiento biológico: Morimos igual que cualquier otro ser vivo y hoy en día el diagnóstico para la muerte es el fallecimiento cerebral. Antes se creía que era cuando el corazón dejaba de latir, pero es el cerebro esa “máquina de pensar” la que lo controla todo. Lo que no podemos saber es si nos espera algo más allá. Si eso que llamamos, alma espíritu, psique o conciencia sigue existiendo después. Decía Freud que la muerte es el gran fracaso de la vida humana y también su mayor misterio.
– La muerte es también un acontecimiento social. En cada pueblo y en cada cultura se vive de manera diferente. Y depende mucho de las creencias que sea vista como una separación definitiva o pensar que aquellos que se fueron siguen entre nosotros, que hay reencarnación o que es el final definitivo.
La religión tiene una gran influencia en nuestra visión de ese acontecimiento. Porque como diría Dowstoieski, en un mundo sin Dios todo está permitido. Y no tenemos ni delante ni detrás nada a lo que aferrarnos. Estamos solos ante la infinitud.
– La muerte como un acontecimiento personal. Porque morir nos morimos solos, nadie se puede morir con nosotros, nadie nos va a acompañar en ese momento ni nos va a dar la mano…. Y ahí es donde cada uno vive la muerte a su manera.
Desde la filosofía hay múltiples perspectivas. Decía Martin Heidegger que vivir de cara a la muerte es el auténtico sentido de nuestra existencia puesto que nos hace conscientes de que no tenemos todo el tiempo del mundo y nos obliga a provechar cada segundo. Una pregunta que a veces me dicen mis alumnos es qué sentido tiene estar estudiando o hacer una carrera si en cualquier momento podemos morir. Y el sentido no es sino aprovechar cada segundo. Disfrutar de cada oportunidad. Estudiar con intensidad porque quizás es la última ocasión para aprender, perdonar a ese amigo porque quizás es la última vez que lo vas a ver. Decirle a esa persona que la quieres porque quizás es la última ocasión paras hacerlo. El tiempo no perdona y lo que dejamos por hacer puede que se quede sin hacer por toda la eternidad.
Epicuro decía que no hay que temer a la muerte puesto que “cuando nosotros estamos. Ella no está y cuando ella está ya no estamos nosotros” Y eso sería así si no fuera porque la muerte no es un hecho puntual en nuestra existencia, Morir es también aprender a morir.
Puesto que morir es el último acto que realizamos en vida, debemos aprender a morir con dignidad.
La muerte es parte de la vida. Naturalmente todo lo que vive ha de morir o dejar de existir en algún momento. Desde el microbio más pequeño hasta nuestro sistema solar e incluso galaxias enteras y el universo mismo llegarán, eventualmente, a un final. El tiempo que toman es solo una ilusión propia de la mente humana. El cambio es inherente a la vida y la muerte es parte de ese cambio constante.
La muerte es una de las escasas certezas que tenemos en nuestra vida. Casi cualquier otro elemento de nuestro existir es simplemente el resultado de innumerables posibilidades que, pueden ser o no ser y que se conjugan momento a momento para formar el hilo de eso que llamamos vida. Pero la muerte es un hecho.
Como decía Miguel Hernández
“A las aladas almas de las rosas
Del almendro de nata te requiero
Que tenemos que hablar de muchas cosas
Compañero del alma compañero….”
La muerte es un misterio. Podemos tener la certeza de que hemos de morir, pero cómo y cuándo, no lo sabemos. Por ello, a mucha gente le causa miedo la muerte, pero más que miedo a la muerte, es miedo a la nada, al vacío, a lo desconocido y a perder aquello que ingenuamente consideramos “eterno”. El ser humano no se concibe como no existente. Creemos que vamos a vivir para siempre pero solo ella nos revela en toda su crudeza el auténtico valor de la vida humana porque lo que no valoremos hoy se quedará perdido por toda la eternidad.
Con estas ideas no pretendo transmitir una visión negativa o pesimista de la vida. Por el contrario, invito a la reflexión, a que cada uno investigue e interiorice sus propias ideas respecto a la muerte que es una forma de conocerla, de entenderla un poco mejor y de aceptarla como parte inevitable de nuestra vida.
Comenzamos a morir desde que nacemos, sí. Pero también creo que, cuando asumimos conscientemente nuestra propia mortalidad es cuando realmente empezamos a vivir, a disfrutar cada instante, a atesorar los momentos valiosos que día a día nos regala la vida…
Dejemos de “pre-ocuparnos” de la muerte y empecemos a ocuparnos de la vida. Quien vive bien, naturalmente sabrá morir bien y sabrá aceptar con gratitud el momento en que el libro de esta vida llegue a su final.
Quizás si todo procede de un átomo de energía cuya explosión lo provocó todo y, como decía Aristóteles, cuando viene la muerte tan solo cambiamos de forma pero seguimos existiendo quizás entonces la muerte sea el mayor triunfo de la vida.
A mi no me asusta la muerte….me asusta que cuando me llegue me encuentre sin haber vivido, padecido, amado, sentido. Me asusta no tener nada que contarle a esa eterna amiga que siempre nos acompaña desde que nacemos. Porque nace de la primera sombra reflejada en los ojos. Como decía Luis Rosales.
Y para terminar y como no podía ser menos en mi, una idea que surge del gran vitalismo que representó Nietzsche….
¿Y si tu tuvieras que vivir, que repetir tu vida por toda la eternidad? ¿Cambiarías algo? ¿Y si un demonio te estuviera diciendo al oído que esta vida, cada segundo, cada momento lo tienes que vivir por toda la eternidad? ¿Serías capaz de atreverte a repetirla? ¿O quizás habría algo que cambiar?
Y os dejo con el interrogante ¿Cómo quieres vivir tu vida? Es lo único cierto que tenemos. Pues haz de tu vida t obra maestra. No se trata de lo que los demás esperan de ti sino de lo que tu quieres para ti mismo. La vida y la muerte solo van a esperar una cosa de ti. Que seas tu mismo.
Y termino con los versos de Quevedo… seamos polvo mas polvo enamorado.
Muchas gracias.