Las palabras hieren, los silencios matan.
Decía mi querido Nietzsche que hasta la palabra más grosera o la carta más atroz son mejores que el silencio. Decía Faulkner que es preferible el dolor a la nada. Sartre decía que si somos responsables de nuestras palabras también lo somos de nuestros silencios…
Y no hay mayor crueldad que el silencio. Las palabras son fuente de conflicto, armas poderosas que saben esgrimir los poderes para callar a los sometidos y mantenerlos bajo control. Las palabras son las que hieren, gritan, mienten… Pero todo es mejor que el silencio. El vacío. Muy pocas veces acallamos nuestra alma porque no soportamos el vacío. Como diría Parmenides de Elea: el no ser ni es ni es pensable. No concebimos la nada, la ausencia, el silencio. Preferimos que nos griten antes que mirar el abismo de la nada. Porque las palabras hieren pero los silencios matan